Convertirse en jefe es un paso lógico en la carrera de todo profesional que aspira trascender.

 

Cuando llega este momento toca responder a la confianza y a las expectativas de quienes te han escogido para liderar un grupo.

 

Y más allá de la alegría por el nuevo desafío profesional, convertirse en jefe también viene con una serie de tensiones, retos e incluso dudas.

 

Los primeros días son claves para ganar confianza en ti mismo y asumir tu nuevo rol. Sin embargo, para que esta transición sea lo más cómoda posible, es necesario seguir un par de recomendaciones.

 

La humildad es esencial

 

Al asumir como jefe estás a cargo de nuevas responsabilidades, pero cuando llegue el momento de tomar decisiones, debes tener presente que no tienes ninguna experiencia estando al mando, así que posiblemente no tengas la razón y estés propenso a equivocarte.

 

Si bien es cierto que estás allí por mérito propio y porque eres el indicado, siempre es necesario escuchar a tus dirigidos y tomar en cuenta sus consideraciones; de lo contrario, terminarás convertido en el jefe dictatorial que todo el mundo detesta.

 

También es posible que ahora seas el jefe de las personas que hasta ayer eran tus compañeros. Este punto de mantener la humildad también se extrapola al ámbito personal; procura tener con ellos el mismo trato que tenías antes de ser ascendido, esto te permitirá abordarlos de una mejor manera y ganarte su respeto.

 

Piensa en forma global

 

Al convertirte en jefe estás asumiendo una posición de liderazgo dentro de la organización. Ahora más que nunca eres una de las caras visibles de la empresa, por lo tanto, tus objetivos personales deben estar alineados con los objetivos globales.

 

El éxito de la compañía es también el tuyo. Así que, con esto en mente, enfócate organizar muy bien las tareas según las capacidades de cada trabajador.

 

La importancia de una buena comunicación

 

Saber comunicar las ideas es una tarea primordial de todo líder. No solo se trata de tener una comunicación efectiva con tus subordinados, también es necesario mantenerla con los otros jefes y con tus superiores.

 

En tu nueva posición te verás obligado a tocar temas tediosos o incómodos y a asignar tareas que muchas veces nadie quiere asumir.

 

Mantener una comunicación fluida es la única forma de hacerles entender a todos la importancia de ese trabajo y el motivo por el cual le estás designando esa responsabilidad.

 

Al asumir como jefe se recomienda tener una reunión individual con cada miembro del grupo, a fin de conocerlos mejor personalmente, intentar crear un vínculo y entender mejor las fortalezas y debilidades de cada uno.

 

Aprende a delegar

 

Seguramente fuiste escogido para un puesto gerencial gracias a tu destacada actuación como colaborador. Sin embargo, cuando te toca ser el jefe, tienes que entender que ya la tarea no depende únicamente de ti, y que tu nueva misión es la de comandar un grupo.

 

Muchos jefes novatos tienden a caer en el micromanejo. Se preocupan demasiado por las tareas de los demás, a tal punto de intervenir en ellas y tomar decisiones que interfieren con el desarrollo de las actividades de los colaboradores.

 

Aprovecha esta nueva oportunidad para desarrollar habilidades individuales y para entender que tu éxito (y el de la empresa) ahora depende de que cada uno haga su trabajo como corresponde, y no de que tú lo hagas por ellos.

 

No te concentres únicamente en lo administrativo

 

Si bien no debes interferir en el trabajo productivo de tus colaboradores, tampoco es recomendable concentrarte únicamente en la gerencia de los aspectos administrativos.

 

Conviértete en un apoyo para las tareas productivas. Entrégale a los trabajadores la confianza de acudir a ti por algún consejo u opinión, de esta manera podrás conocer de primera mano cómo va el proceso productivo, mientras te encargas de tus labores administrativas.

 

Pide ayuda

 

Cómo convertirte en un buen jefe es algo que aprenderás con el tiempo y la experiencia, pero eso no quiere decir que no puedas valerte de la experiencia de otros para que tus primeros pasos sean más firmes.

 

Tener mentores siempre es un aliciente en los momentos de incertidumbre. Puede ser alguien de afuera que, con sus conocimientos, te ayude con su visión neutral de la situación.

 

Aunque tener un mentor interno también es una buena idea, ya que es una persona que estuvo en la misma posición que tú y que seguramente se enfrentó a problemas y situaciones similares. Además, el mentor interno puede ayudarte a conocer la cultura gerencial de la organización.

 

No ignores los problemas

 

Los problemas vienen adheridos al cargo de jefe.

 

Tener de liderar a un grupo de personas es uno de los mayores retos de los gerentes. Y en este sentido, saber lidiar con los problemáticos a tiempo es necesario para mantener la armonía en el grupo.

 

Si algún colaborador está afectando a todo el grupo hay que tomar las acciones correctivas necesarias en el momento adecuado. Si se actúa desde muy temprano se corre el riesgo de caer en el perfil del jefe autoritario; pero si se espera demasiado, puedes perder el respeto de los demás colaboradores.